6 sept 2010

Aron va a comprar libros viejos en Berlín



Una tarde cualquiera Aron sale a buscar libros viejos en Berlín.
Deja su departamento en Beermannstrasse 6 y se dirige al metro.



Al bajar pasa los zapatos y chácharas dejadas afuera de cada uno de los departamentos vecinos.







En Berlín el metro se divide en S-bahn, con líneas que van por arriba y U-bahn, con líneas subterráneas. Antes de llegar a la estación del S-Bahn Treptower Park, a tres cuadras de casa, Aron pasa por la florería, la verdulería, un changarro de comida asiática y un par de bares.

































































Al llegar a Frankfurter Alle es tiempo de transbordar hacia la línea U5.











Aron espera en el andén flanqueado por dos alemanas.








Sale del metro Frankfurter Tor...



...camina hacia Café Tasso, librería-restaurante-bar...


... y a buscar libros.



En el Café Tasso puedes comprar libros en alemán, pero también en francés, inglés, español, italiano, portugués y otros idiomas, por tan sólo 1 euro, una ganga.
Ahí encuentra dos joyitas: “A Clockwork Orange” en versión guión teatral, de Anthony Burgess e “Invisible Man”, de Ralph Ellison.







La feroz caza de letras le ha abierto el apetito a nuestro héroe, que se sienta en una banquita a comerse una minitortita de queso.





Y de vuelta al camino, ahora a buscar “East of Eden”, otra librería.
Llegando a Schreinerstrasse Aron pasa por una cancha de basquetbol graffiteada y se asegura de tener bien el número de la librería porque simplemente no se ve por ningún lado.





Y al mirar enfrente... ¡ahí está!

Desgraciadamente todo es ¡carísimo!


Cero compras.



Para elevar el ánimo, Aron le presta su sombrero a un girasol que le sale al encuentro.


Y luego se compra un agua y un strudel de fresa.



Hay que ir al baño, así que Aron se dirige al McDonalds más cercano y estando dentro descubre que los baños tienen luz negra (¿a quién se le ocurre esto?).
***Actualización: nos informan nuestras fuentes que la luz negra se debe a que, con luz negra, no te puedes ver las venas de los brazos. Entonces, no hay adictos inyectándose cosas en el baño.
 

Y luego, con el atardecer, de regreso al metro...



La atmósfera invita a dar un brinco victorioso y recrear así el final de una de esas películas ocheneteras malísimas. Aron se niega al principio, pero al final cede.







Rumbo a casa.






Verificando que la dirección del U-bahn sea la correcta: hacia Honow.





A transbordar de regreso, al S-bahn.








Un perro...



Con razón el vagón huele a perro que no se ha bañado en un mes.

Y para cerrar el día, ver los últimos rayos de sol junto al río Spree, cerca de Treptower Park.

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