2 ago 2010

WOODSTOCK 2010, Kostrzyn, Polonia

Llevamos más de una semana en Berlín, pero por lo pronto les quedamos a deber las historias de esta ciudad para platicarles lo que hicimos este fin de semana: ir al festival de Woodstock que se organiza en Kostrzyn, Polonia. La ciudad queda a hora y media de Berlín, y el festival, ¡es gratis!

***

Música a todo volumen, un gran charco de lodo lleno de gente corriendo de un lado a otro, un escenario con luces multicolor, un bungee y miles de personas en un paraje polvoriento: Así nos recibió el festival Przystanek Woodstock en Polonia, nuestra primera experiencia en un festival masivo al que se calcula asiste medio millón de personas, que se sienten como… ¡un chingomadral de gente!

La experiencia fue increíble una vez que pisamos base en el campamento de Couchsurfing, ya que una hora antes habíamos estado caminando a lo largo y ancho del lugar y sólo alcanzábamos a ver una línea de tiendas de campaña que se perdía en el horizonte y polvo… mucho polvo... Había muchas banderas, la gay, la de osos gays, la de los krishna krishna y hasta la de “Sodoma y Gomorra”, pero de CS nada. Y sí, encontramos el campamento pero no tenía más que un par de banderas piratas.

¿Cómo es estar en un festival así? Inusitado, interesante, emocionante y embriagante (en muchos sentidos, además del literal). Se siente como un mundo aparte, una comunidad jipiosa, claro, si ignoras los puestos de comidas patrocinados por Coca Cola y los grandes stands de cerveza, pero aún así con cierto aire hippie. Nuestro campamento estaba entre los árboles, lo suficientemente lejos de la línea donde acababan las tiendas y empezaba el baño comunal más grande que hemos visto en nuestra vida: el bosque.

Julia, quien fue nuestra anfitriona en Colonia, nos alcanzó aquí con su espíritu rocanrolero y su colmillo para este tipo de eventos.

Atravesar el lugar de una orilla a otra tomaba como media hora, sin contar otra área en la cima de la montaña. El lugar era tan grande que había otros 3 ó 4 escenarios, además del escenario principal y un área de comida polaca. Ahí probamos kielbasa, una salchicha buenísima y enorme; pierogis, que son como empanaditas de masa hervidas, rellenas de queso y cubiertas con cebolla caramelizada y unos megahotdogs retacados de col morada y blanca que era la guarnición principal para todos los platillos.

En el lado opuesto estaba la villa Hare Krishna, con “comida para la paz”: un plato con arroz azafranado y un caldito de especias y un postre que sabía como a tamal de plátano, muy bueno, y todo por sólo 5 zlotys (unos 20 pesos).

Al parecer la comunidad Hare Krishna tiene mucha presencia en este tipo de festivales, (Julia los ha visto en los festivales rockeros de Alemania). Cada día hacen un desfile en el que bailan y cantan con sus coloridas vestimentas, invitando a la gente a unirse.

Por las noches todo es un ir y venir de gente, con la música de fondo y una inmensa y permanente polvareda que hace la vista un poco borrosa. Es fácil perder el sentido del tiempo estando en un lugar así, pero a la vez es súper chido.

Al amanecer, tras la primera noche, fuimos a tomar un baño europeo a los lavabos comunitarios instalados junto a la villa Hare Krishna y a recorrer los alrededores. No lo van a creer pero por ahí cerquita encontramos a un súper héroe que cedió ante el alcohol y los excesos. Tirado, inconsciente, como cualquier hijo de vecino, estaba ni más ni menos que el ¡Capitán América!

Ver gente tirada en el suelo (en la mañana o a cualquier hora del día) era lo normal, algunos desafortunados se paraban incluso con bigotes o cosas peores dibujadas en la cara. Un día mientras estábamos en unas mesitas vimos cómo a un chavo le pintaron una suástica en la frente. Más tarde un par de samaritanos se detuvieron a tomarle el pulso al chavo poniéndole el dedo índice en el cuello para ver si respiraba, a lo que dijimos: “está bien, respira”.

Entre algunas cosas que nos llamaron la atención estuvieron los sacerdotes y las monjas que tienen presencia en el festival, al principio pensamos que era una broma, luego alguien nos dijo que sí que realmente eran religiosos, al final no supimos.

Por dos días disfrutamos del lodo. El primer día fue divertido hasta que una chava me puso una bola de arena en los calzones y se echó a correr, una acción bajísima que me hubiera encantado corresponder, si tan sólo la hubiera identificado…

Regresamos como con un kilo de mugre encima, pero contentos y con ganas de más… ¿quién se apunta el año que entra?


Desde Berlín salía un tren atascado cada hora.


Llegando a Kostrzyn aún había que caminar un ratito...


En el camino al sitio del festival, había gente dando estos periodiquitos. Obviamente el camino estaba tapizado de ellos.





Llegamos mientras tocaba una banda de Heavy Metal. Casi todas las bandas eran polacas y no las conocíamos. El gran nombre del fin de semana fue Papa Roach.





Había bungee y toda la cosa.


Esa que está atrás de Mariana era la tienda donde estuvimos durmiendo.


Julia.


Había un área con llaves de agua para lavarse.





*You can't fool me, I can see your feet.*
La ambulancia era falsa pero sí había un puesto con primeros auxilios, bastante útil, a juzgar por un par de miembros enyesados que nos tocó ver.


En un extremo había puestos donde gente de Polonia vendía cosas, como estas mascadas.





No se preocupen: ese día el crimen también descansó.


Al ver al Capitán ahí tirado indefenso, Julia se lanzó a tomarse la foto del recuerdo. El Capitán nunca se enteró.


El desfile Hare Krishna.


Y qué mejor pa' la calor, que una buena rociada con una manguerota...








Éste es el que no estaba muerto. Para lo que le sirvió...


También había bandas de rock y de reggae.








El polvo lo tenía todo invadido.





Sí. Si Julia quiere dibujar, dibuja.





La cerveza Tyskie, edición Woodstock.


El puesto de comida de la aldea Hare Krishna.








Pierogis. La comida polaca de los puestos estaba bastante sabrosa, y barata.








El charco de lodo en la mañana del tercer día, antes de la acción.


El escenario desde cerca.


¡El escenario desde lejos! El lugar estaba inmenso...





En esta carpa un bluesero daba clases de blues acústico, acompañado de una armónica.


Exhibición de poesía.








¡EL LODO!











En el centro del charco estaba esta regadera, alimentándolo. La gente ahí se enjuagaba el lodo, generalmente para volver a revolcarse en él segundos después.

















Éstos me vieron demasiado limpio (relativamente hablando - era el tercer día) y pasaron a darme un abracito.


Repartía abrazos gratis.








Ya bájese del bungee, mijo.

2 comentarios:

  1. Ehehe llevenme al proximoooo quiero meterme al lodo jajaja

    y de ahi nos vamos al wacken :D

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  2. Mi entrada favorita!!! Las fotos escurren diversión. =D

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