¡Mare! Llegamos a la tierra de los papadzules, los panuchos, la jarana, las marquesitas, la sopa de lima, las guayaberas y los boxitos: La ciudad blanca. Del porqué de este nombre hay varias razones, pero la que más nos convenció es que Mérida en tiempos de la conquista española era una ciudad donde la gran mayoría de los habitantes eran españoles, o sea… blancos. O sea no prietos. La gente indígena vivía a las afueras, aunque después se dio la mescolanza y quedó la población que hay hoy en día.
Es una ciudad altamente cultural y con un aparato organizado gracias al cual es posible disfrutar de teatro, exposiciones y espectáculos de danza regional de alto nivel, muchos de éstos gratis.
Los lunes, por ejemplo, cierran una de las calles principales del centro para convertirla en escenario de folclor, y las mujeres bailan con sus bellísimos trajes típicos; y por ahí se escucha una que otra bomba como ésta:
Del cielo cayó un pañuelo
bordado con seda negra
aunque tu padre no quiera,
tu madre será mi suegra
Bomba!
A nuestro paso por aquí, además de disfrutar de la gastronomía local, que es una delicia, especialmente el poc chuc (carne de puerco asada con jugo de naranja y cebolla y sellada con pimienta), visitamos los increíbles cenotes de Cuzama, estuvimos en un piscinazo con música electrónica y fuimos a Chichén Itza.
De Mérida a Cancún tuvimos la suerte de cachar dos buenos rides: el primero de Mérida a Chichén con un matrimonio del Edomex que se portó súper espléndido y nos ofreció refrescos y cervezas… de las que ellos iban tomando; el breve viaje fue divertido aunque al final ligéramente zigzagueante. ¡Niños! Si manejan, no tomen (mucho). El segundo fue con un chavo del DF que viajaba con su novia inglesa y una pareja conformada por un veracruzano y una canadiense, con quienes hasta paramos a comer en Valladolid, un pueblito muy pintoresco.
Con ellos viajamos hasta Playa del Carmen. Llegamos finalmente a Quintana Roo, uno de los estados más caros de la República Mexicana, y nuestra última parada nacional en este viaje…
A las afueras del mercado.
De este refresco existen dos versiones (dos marcas, pues) en Mérida. Para pedirlo dices, 'deme una negra'. Sabe a plátano y azúcar. Mucha gente lo toma en Mérida, aunque si viajan para allá, mejor les recomendamos el agua de horchata.
Éstos son salbutes. Normalmente la carne es de pavo. La diferencia entre los salbutes y los panuchos, es que los panuchos tienen frijol mezclado en la tortilla frita.
(El tuch, según me dicen, es el ombligo.)
Esculturas de José Luis Cuevas afuera del MACAY, el museo de arte contemporáneo de Yucatán.
Estas románticas bancas están por toda Mérida.
Su nombre oficial es bancas tú y yo.
El Paseo Montejo es una gran avenida a la que la gente local llama "los Campos Elíseos yucatecos".
A lo largo del Paseo Montejo hay varias casonas que solían pertenecer a la gente adinerada de la alta sociedad yucateca. De hecho, eran sus casas de veraneo, cuando la ciudad no llegaba hasta ahí. Actualmente, más de la mitad alberga sedes de bancos, aseguradoras, negocios... otra es un museo (de antropología).
En la plaza central de Mérida hay ((wi-fi)) gratis para todos. No sólo eso; hay enchufes para que cargues la pila de tu laptop. Todo el día y parte de la noche ves gente sentada en las bancas con sus computadoras. Por cierto que, según dicen, Mérida es la ciudad más segura de toda la república. En todas partes la gente deja sus carros o sus puertas abiertas, y no pasa nada.
A mitad del Paseo Montejo se encuentra el Monumento a la Patria, que cuenta toda la historia de México a través de retratos de todos sus personajes.
¡Tu pared podrìa ser la próxima!
Pa' que se eduquen, ninios.
En el Museo de Arte Contemporáneo (MACAY).
En el centro cultural Olimpo todos los días hay eventos gratuitos, como conciertos y cine de arte. El 30 de abril, por el día del ninio, hubo música de películas de Disney.
Eso sí: no hay turista extranjero que pase por aquí que no salga cargado de... souvenirs.
Alto. Ya oyeron a la dama.
Esto se llama marquesita. Es como una crepa crujiente rellena de queso edam.
El sur está lleno de cenotes.
El agua clarísima.
Sam y Calvin eran unos viajeros de Wisconsin que también se quedaron con Daniel y con quienes fuimos a los cenotes.
Calvin volaba.
En el sur de México, TODAS las casas tienen ganchos especiales para hamacas dentro de los cuartos; es tradición. No hay casa sin hamaca. Y Yucatán es la capital de las hamacas.
Poc-chuc, frijoles, agua de lima.
Mare.
En el rave de música electrónica al que nos llevaron. La manera de pasarla bien, fuera de consumir drogas, era meterte a la alberca para refrescarte del calor. En el agua cotorreamos con algunas gentes buena onda.
Finalmente, nos fuimos de la ciudad, pasando por Chichén Itzá:
Unas cuantas noches antes de irnos, nos tocó ver la jarana, el baile tradicional yucatecto...
Por cierto, un dato curioso: le preguntamos a un par de yucatecos qué opinaba la gente de Yucatán de que Cucho el de Don Gato hablara como yucateco. La respuesta: ¿ah sí? ¿Habla como yucateco? No me había dado cuenta...
que maldades hiciste??
ResponderEliminarme quedo una duda.. entonces de donde viene la fama de cabezones de los yucatecos!!?? jaja
ResponderEliminaray se deberida poder poner comentario en cada foto y/o video...mmmm por cierto que bueno que no les estrnudo el burro !!
Ay y se siente raro leer eso ultima parada nacional.. asi como si siempre hubiera andado con uds.. pero bueno seguire siguiendos por aqui..
un beso y un abrazoo..
PD: pasenme la direccion de los calzones baratos!!
jaja quién sabe, casi todos los que vimos tenían cabezas normales...
ResponderEliminarpd. se acabaron los calzones baratos, nos los llevamos todos!!!! muajajá ;)
neta que son la onda eh! y que chido que compartan sus experiencias con su tan genial estilo...me han hecho volver a vivir muchos recuerdos que tengo de Mérida, su arquitectura, su deliciosa comida...
ResponderEliminarMérida...yo viví por tres meses allá...nomás que el sol y el clima me hicieron...regresarme a Guanatos...además de que soy retetapatía...jajaja y la neta estando allá a pesar de ser una linda y segura Ciudad...mi nostalgia por Tapatilandía hizo que retornara a mi ciudad natal.
Gracias Aron y Mariana por este buen momento que con su crónica de Mérida me han hecho sentir.
Saludos desde Tapatilandia!!!