Una de las mejores cosas de viajar por Alemania, además de la gente y el paisaje por supuesto, es vivir la historia a través de la gente que la ha vivido.
Así fue nuestra primera noche en esta ciudad. Nuestra anfitriona Julia nos recibió en la estación Rudolfplatz, en un barrio céntrico de la ciudad, y tras dejar las mochilas en un depa más pequeño que el que nosotros teníamos en Monterrey, nos lanzamos a un bar donde cada mes realizan el ejercicio fotográfico de darle a la gente un tema y una hora para que salgan y tomen fotos con ese tema.
Después, se proyectan todas las fotografías en el bar. Esa noche el tema, muy a tono con el mundial, era “Fuera de lugar”.
Increíble, pero estando en el bar conseguimos anfitriona para Berlín, con una de las Claudias, la del lado oriental de Alemania. Al día siguiente nos fuimos de picnic con ella y paseamos por la ciudad.
La Catedral de Colonia (Kölner Dom) es el orgullo de la ciudad y el punto más visitado. Al parecer es el único monumento que medio sobrevivió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, aunque mucho de ella es hoy visible gracias a la reconstrucción.
En el centro de la ciudad conviven fortalezas romanas con centros comerciales y grandes áreas de bares y restaurantes. El calor era insportable, pero nos las arreglamos para sobrevivir.
Nuestro primer contacto con Alemania fue bastante agradable; aunque existe, es poco común toparte con el estereotipo del alemán alto, rudo, gritón y malencarado que todos los mexicanos tenemos en el imaginario. Alemania nos encanta.
En Colonia tuvimos chance de ver el partido de Alemania contra España y fue súper depresivo para todos, como puede imaginarse. Julia nos invitó a ver el partido en casa de su hermano y cuando terminó todos sus amigos estaban tan deprimidos que se fueron a dormir o simplemente se pusieron a hacer sus cosas en silencio.
Julia es realmente una chica interesante, nos encantó estar con ella y planear lo que será el negocio del siglo: una lavandería con exposiciones, libros, café y otras cosas que no decimos porque nos ganan la idea.
Así fue nuestra primera noche en esta ciudad. Nuestra anfitriona Julia nos recibió en la estación Rudolfplatz, en un barrio céntrico de la ciudad, y tras dejar las mochilas en un depa más pequeño que el que nosotros teníamos en Monterrey, nos lanzamos a un bar donde cada mes realizan el ejercicio fotográfico de darle a la gente un tema y una hora para que salgan y tomen fotos con ese tema.
Después, se proyectan todas las fotografías en el bar. Esa noche el tema, muy a tono con el mundial, era “Fuera de lugar”.
Increíble, pero estando en el bar conseguimos anfitriona para Berlín, con una de las Claudias, la del lado oriental de Alemania. Al día siguiente nos fuimos de picnic con ella y paseamos por la ciudad.
La Catedral de Colonia (Kölner Dom) es el orgullo de la ciudad y el punto más visitado. Al parecer es el único monumento que medio sobrevivió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, aunque mucho de ella es hoy visible gracias a la reconstrucción.
En el centro de la ciudad conviven fortalezas romanas con centros comerciales y grandes áreas de bares y restaurantes. El calor era insportable, pero nos las arreglamos para sobrevivir.
Nuestro primer contacto con Alemania fue bastante agradable; aunque existe, es poco común toparte con el estereotipo del alemán alto, rudo, gritón y malencarado que todos los mexicanos tenemos en el imaginario. Alemania nos encanta.
En Colonia tuvimos chance de ver el partido de Alemania contra España y fue súper depresivo para todos, como puede imaginarse. Julia nos invitó a ver el partido en casa de su hermano y cuando terminó todos sus amigos estaban tan deprimidos que se fueron a dormir o simplemente se pusieron a hacer sus cosas en silencio.
De picnic con una de las Claudias (la de Berlín).
Julia, Mariana, y... una chica que ahí estaba.
Julia soñando con lavanderías.
Julia y su mamá.
Camino a casa del hermano de Julia para ver el partido de Alemania... que perdió, contra España.
Un helado gigantesco.
Teníamos una latita de salsa verde, así que hicimos molletes!
Agua de Colonia, de Colonia.
La Catedral.
Detalle de la Catedral.
Al pasar sobre uno de los puentes que atraviesan el Río Rin puedes ver una enorme cantidad de candados con nombres grabados. Según la tradición, los amantes o amigos graban sus nombres en un candado, lo ponen en el puente y luego avientan la llave al río. Así permanecerán unidos para siempre.
Debajo del puente, una mujer había creado su propio homenaje a Michael Jackson.
Cuando hace calor, te metes a las fuentes.
Hasta la despedida de soltera terminó en la fuente.
Cerca de la casa de Julia estaba este restaurante, Macaronni.
Si pensaste en la caja del Maratón, es... ¿¿mera coincidencia??
Una puerta dejada por los romanos hace siglos.
El Rin.
Con el calor, la gente se empezó a meter al río, mientras los veíamos desde el puente, camino a nuestro siguiente destino.
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