Sevilla es una ciudad increíble. Nos sorprende caminar, encontrar una plaza y una iglesia, seguir caminando y encontrar otra plaza y otra iglesia. En media hora de paseo por la ciudad puedes ver hasta 10 iglesias diferentes. Los motivos religiosos y las vírgenes lloronas te salen al encuentro cuando doblas cualquier esquina. Y las calles tienen nombres como “Amor de Dios” o “Siete dolores de Nuestra Señora”. Si paseas por la orilla del río Guadalquivir, puedes ver decenas de personas practicando canotaje.
Durante Semana Santa fueron las procesiones, con estos personajes, los nazarenos; y durante el todo el día los podías encontrar en la calle.
Viendo una procesión desde el hostal. Foto tomada por los chicos del cuarto de al lado.
Pásele por su capirote a la medida.
Fantasmitas.
Por toda España existe un fenómeno llamado: el chino. Tiendas de chinos que venden más que nada cosas hechas en China, de bajísima calidad, a bajísimos precios. Y tienen de todo (más adelante haremos una entrada de eso). La atiende un chino, o china, o pareja de chinos, que hablan poco español. Y bueno, en la de la esquina del hostal ya somos clientes. Recientemente comenzaron a vender vegetales... en chino.
Aquí con Liu.
Las siguientes fotos fueron tomadas en el Monasterio de la Cartuja.
Al pasar por este pasillo, suenan las cornetas.
Uno de los cientos de callejoncitos sevillanos.
Así son los lugares a los que nos gusta ir.
¡Hasta te enseñan cómo te tienes que agachar!
Nuestra señora no conocía el Lonol.
Por todo Sevilla se puede ver este símbolo. He aquí su historia, según te la cuentan los sevillanos:
El Rey Don Alfonso X el Sabio era un hombre de letras, culto e instruido aunque parece ser que no sabía demasiado del arte de gobernar, lo que llevó al descontento de su pueblo.
A raíz de aquello las gentes se dividieron en dos bandos: los que apoyaban al rey Alfonso y los que seguían a su hijo, el príncipe Sancho, apoyado por su madre y esposa del rey, doña Violante. España se vio así envuelta en una dolorosa contienda entre padre e hijo. El ejército de don Sancho iba cada día ganando más adeptos y territorios y logró alzarse como rey en la mayor parte de España.
Sin embargo generosamente, no quiso atacar Sevilla, ciudad en la que el rey Don Alfonso, ya viejo y enfermo se había refugiado. En esta ciudad pasó Don Alfonso los últimos días de su vida, arropado por algunos fieles magnates y por todo el pueblo sevillano que se manifestó al anciano rey y se dispuso a servirle en todo.
Como signo de gratitud a esta lealtad concedió al Ayuntamiento de Sevilla un lema a modo de jeroglífico, formado por las sílabas NO y DO con una madeja en medio. Así la lectura de este criptograma es NO MADEJA DO, expresión fonética de la frase NO ME HA DEJADO, con la que el rey quería agradecer a Sevilla el hecho de que no le hubiera abandonado.
(Tomado de 86400.es)
Sevillana enlutada en Semana Santa.
Un buen plato de salmorejo, con jamón.
Joel, el encargado del bar, es de La Paz, Baja California. Es un buen chico y nos da cerveza.
Valentina sirve sangría.
Mónica es la más chida de las chicas de limpieza. Es andaluza y posa para la cámara aunque esté a mitad de despotricar de la gente que le molesta.
Así, en las calles estrechas de Sevilla, las aceras de pronto van desapareciendo y acabas caminando en la calle.
Si realmente tuvieran algo de mexicano, su slogan sería: "quítate el antojo de un puntazo!"