6 dic 2010

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Hoy cumplimos 10 meses de viaje.

Lunes 6 de diciembre del 2010. Estamos de puente (bueno, los que tienen trabajo están de puente) porque es Día de la Constitución española y el 8 de diciembre es Día de la Virgen con lo que todo el mundo regresa a la vida normal el jueves. Aún así, al vivir en Barcelona no se tiene esa sensación de que la ciudad está vacía, como ocurre en el DF o Monterrey cuando hay puente. Aquí la gente parece que se multiplica.

La Plaza Cataluña cada noche es una locura y el metro que te lleva a las ramblas va tan atascado que me recuerda al metro Hidalgo a las 8 de la mañana en un día laboral cualquiera en el DF. Casi no hay vendedores en el metro, sólo nos ha tocado ver un chico que vende encendedores y gente que literalmente canta su pobreza y le pone una tonadita improvisada a estribillos como “yo muy pobreeeeee, enfermaaaaa, signoooor, signoooraaa, ayudaaaaa”. Gitanos, pensamos. Barcelona es una maraña de inmigrantes: argentinos (muchiiiiiiísimos, un mogollón tío), indios, italianos, canadienses, polacos, húngaros, paquis, franceses, alemanes, venezolanos, peruanos, paraguayos, mexicanos… todos estamos aquí.

El desempleo (el paro, tío) es implacable. Las pocas oportunidades que pudieras vislumbrar se esfuman cuando te das cuenta de que o parlas catalán o parlas catalán. La vida no es fácil. Afortunadamente, hemos tenido algunas chambas (curros, tío), entre éstas posando para artistas, Aron figurando como extra en películas y de unos días para acá somos pintores de brocha gorda. El trabajo edifica y no es por nada pero somos bastante buenos, tal vez esa sea nuestra nueva profesión, al menos lo será durante todo lo que resta de este año.

Al establecernos en un barrio obvio recuperas un poco esa sensación de estar en casa, del terruño. Nos hemos vuelto asiduos asistentes a la Filmoteca de Cataluña, por ejemplo, que queda a 10 minutos de casa y donde por sólo 2.70 euros puedes ver cine de arte (muchas veces con música en vivo lo cual es genial). El cine comercial está por ahora fuera del alcance de nuestro bolsillo, porque 7.50 euros por boleto sí dañan la economía familiar, y tampoco es que lo extrañemos tanto, ya habrá tiempo de ver la última de Harry Potter.
La comunidad couchsurfera local es chida (maja, tío, maja) , nos ha traído a gente como a Aviva La Loca, nuestra heroína personal que atraviesa países de ride en sólo unos días y sabe realmente como disfrutar la vida. Y también a algunos viajeros que van de paso pero que resultan inolvidables, justamente esta semana conocimos a Tere y Juan Pablo (o Tereso, como se hace llamar a veces, jo) una pareja de madrileños que son la neta (la pera, tío, la pera).

El invierno transcurre frío, pero aún nos quedan algunos días de sol. Mañana se esperan 19 grados y eso sólo significa una cosa: ¡picnic en la playa!




Un día que yo tenía trabajo y Mariana no, se fue a dar una vueltecita por el Park Güell.


Una de las famosas estatuas humanas, emulando a la lagartija de Gaudí, a la entrada del Park Güell.










Mientras tanto, yo me encontraba en el set de "Barcelona, Ciudad Neutral", vestido de barcelonés pobre de 1914.

Típica banquita callejera.


Autorretrato con perro cagando.


Ella es Carmen Miranda. Un día organizó un flashmob (para las tres personas que aún no lo sepan: un flashmob es cuando de manera semi improvisada un montón de gente se junta repentinamente en un lugar público para bailar, congelarse, darse almohadazos o lo que sea durante unos minutos y luego se dispersan). En este caso, la idea era bailar conga.





Después hubo manifestación en la Plaza Cataluña.




Ella es Andrea; mexicana radicada temporalmente en Francia. Estuvo unos días en Barcelona y nos divertimos una noche charlando e intentando adivinar si una mujer era mujer u hombre.





Ana cumplió años, y para comenzar el día le hicimos molletes para desayunar (cabe mencionar que los frijoles son un lujo en Barcelona).


Cuando tienes hijos, nunca le soplas a las velas solo.


Finalmente, el cumpleaños terminó en un restaurante japonés comiendo sushi, la comida favorita de Ana en todo el mundo.


Tan bonitos, los hermanitos...


Hay días en que hasta los súperheroes se aburren.


Actualmente se exhibe en la ciudad la selección de World Press Photo 2010 de foto periodística, y obviamente la fuimos a ver.












Por cierto, ¡feliz Jánuca para todos!


Ellos son Tere y Juan Pablo. Hemos hecho picnic, ido a tomar café, tenido sesión de análisis grafológico, ido a un bar, comido pollo, comido kebab, comparado las particularidades del español de España y el de México, paseado y tenido interesantes y divertidas conversaciones. ¡Y nos conocimos el sábado!


Muy majos, estos tíos.


También nos hemos derramado cerveza encima.




El Café Zurich es uno de los puntos de encuentro obligados en Barcelona. Súper bien ubicado (saliendo del metro Plaza Cataluña) y muy caro. ¿Cómo diferenciar a un turista de un local?
El turista se mete al café; el local se encuentra afuera con sus amigos y se va a otro lugar.


Teresa se desquició un poco. Pero ya está bien.


9 nov 2010

Barcelona, Barcelona

BERLÍN-BARCELONA: EL RIDE QUE NO SE LOGRÓ.




Cuando salimos ese martes de Leipzig, al sur de Alemania, nuestro plan era viajar de ride lentamente hasta llegar a Barcelona, el jueves a más tardar.

Nunca imaginamos que unos días después terminaríamos en Nuremberg tomando un camión para hacer un viaje de 22 horas con un vecino de asiento tan brabucón que había estado en la cárcel por apuñalar a una persona y estuvo a punto de ser bajado del camión a madrazos por ebrio e impertinente.

De todos los lugares en los que hemos pedido ride, Liepzig ha sido uno de los puntos más difíciles. La primera vez, cuando intentamos ir desde ahí a Berlín, nos tomó toda una tarde, pese a que la distancia es apenas de 2 horas en carro. La segunda vez no tuvimos tanta suerte. Nos tomó un día y medio y mucho dolor de espalda, después de caminar por varios kilómetros con las mochilas a cuestas.

Terminamos en una camioneta con rumbo a Munich, destino que evitamos en aras de ahorrarnos lo caro, ya que acababa de terminar el Oktoberfest. En vez de eso elegimos Nuremberg, el primer error de una serie.
Llegamos de noche a esta ciudad medieval amurallada, el cansancio nos permitió apreciar poco la belleza de los edificios, la placita central y la catedral con gárgolas. Visitamos dos hostales sin éxito, uno estaba lleno, el otro era tan caro como un hotel. Nuestra petición de emergencia en CouchSurfing no funcionó. Al día siguiente intentamos planear otra ruta pero los trenes eran ridículamente caros, así que optamos por elegir un camión de Nuremberg a Barcelona, con muuuuuuuuuuuuuchas paradas.

Nuestro vecino de asiento era un español de 20 años. Traía consigo una botella de vodka porque “era su forma de viajar”: ponerse hasta la madre para luego poder dormir profundamente. Tenía pinta de delincuente juvenil de película, camiseta blanca entallada, cadena al cuello, boina, anillos y un aire de autosuficiencia. Como me dio una hueva tremenda chutármelo me hice la dormida (y finalmente acabé quedándome dormida). En cambio Aron se lo chutó todo el camino. Brindaron, comieron papitas, chocolates y galletas. Tres horas después el sujeto en cuestión estaba echando madres contra los choferes porque no ponían “la película que tienen que poner a las 9 de la noche”, porque “como clientes nosotros somos los reyes y ellos son nuestros esclavos, nos tienen que servir” y porque “choferes comemierda ni siquiera hablan inglés, deberían hablar inglés” (porque eran checos o algo así).

Total que harto de escucharlo gritar e insultar, el chofer que iba manejando se orilló en plena carretera, se paró de su asiento y fue a gritarle para que se callara mientras le picaba el pecho con su dedo índice. Un dramón. Todos los pasajeros veníamos con el ojo pelón. Luego de que el chofer regresó a su lugar, el chavo (Andrés, creo que se llamaba) seguía maldiciendo con su florido caló español (“me cago en tu madre”, “la puta que te parió”, “chofer comemierda”, lo cotidiano). Aron, con esa voz sobrenatural calmabestias que tiene, lo tranquilizó y lo convenció de que se durmiera.

El resto de la noche, Andrés alternó entre dormir y guacarear en el baño del camión. Asqueroso. En fin. Una hora antes de llegar a Barcelona, en un lugar llamado Lloret de Mar, se bajó del camión. Y adiós don Apuñalo-al-que-me-eche-bronca-y-me-empedo-en-los-camiones.

Ahora estamos en Barcelona, buscando chamba para ahorrar para el invierno, como las hormiguitas. Hemos dejado CVs en como 40 hostales y hemos hecho algunos trabajos. Aron ha ido de modelar desnudo para una pintora a actuar como extra de películas.

Barcelona nos ha devuelto el clima cálido que ya extrañábamos en Berlín y también otro tipo de calidez, la de la familia. Con Ana, el cuñao David y los sobrinitos Jordi y Simón hemos hecho papel de tíos, (algo nuevo para nosotros): nos estrenamos en la hechura de piñatas, jugamos, Aron hace de titiritero y ya hasta nos sabemos la coreografía de un monito llamado Pocoyó. Y en eso, hacerla de tíos y buscar trabajo, hemos invertido el tiempo que llevamos en Barcelona…


Bienvenidos a Barcelona, donde este perro vende flores a la vuelta de la casa de Ana.


¡Pero nunca olvidamos a Berlín! Aquí tenemos a Jordi (de espaldas) y a Simón (con su cara patentada de Simón) haciendo su imitación de un semáforo berlinés.


En Barcelona todo el mundo anda en moto.


En el metro encontramos la máquina de dulces más grande jamás.


En el barrio del Raval con el gatote de Botero.


Para quien no la conozca, ésta es mi hermanita Ana.
Como buena niña mexicana, es fan de los miguelitos. Como buen hermanito, le vine cargando una bolsa de miguelitos en la mochila desde que salimos de México. Flipó.
















Buscando trabajo. ¡Le entramos a lo que sea! Bueno, casi.
(Nótese la carpeta con currículums y la cara de desempleado.)


Bean.








Gracias güeritos, por conquistarnos, ahora tomen a nuestras mujeres y llévense nuestro oro.




En el Raval, Susanita lo vigila todo desde lo alto.


El feliz papá con sus felices hijos en la feliz resbaladilla.


Simón cumplió años y le hicimos una piñata de esas de globo y engrudo.






Por la Barceloneta... Barcelona tiene muchas playitas y ésta es la más concurrida por los turistas. A cada rato pasan tipos ofrecíendote, "¿cerveza?". Luego, en voz bajita, "¿hachís?"


Barceloneta.


Todo el mundo cuelga su ropa limpia de los balcones.




Al Simón le dieron esta coronita en la escuela por su cumpleaños.

Son unos PINGOS que no paran ni un minuto estos chamacos.


Era inevitable: la policía Playmobil la paró para ver que todo estuviera en regla.


Aquí los perros no pasan sed.


En Cataluña, la torta de huevo también sabe a huevo.


Vino el Papa aunque a muchos no les pareció (el letrero dice "yo no te espero".)






Ay ay ay AAAAAAY... canta y no lloooreeeees...




¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?


En la rambla de mar.